La Oficina de Estudios Especiales de la Fundación Rockefeller 1944-1962 (1943-1965) El origen


Ana María Román de Carlos

Antecedentes

En 1940 15 722 000 mexicanos vivían en el campo y 3 927 000 en la ciudad; el producto agropecuario creció 39%, respecto a 1930.

En 1941 las escuelas regionales campesinas se transformaron en escuelas prácticas de agricultura, en 1942 (43) se promulga un Código Agrario.

La Reforma agraria cardenista privilegia la distribución de la tierra y la asistencia técnica pero no satisface el hambre de toda la población

El gobierno de los Estados Unidos estaba preocupado por las crisis de maíz que padecía México, por el desigual crecimiento de la producción de alimentos, abajo del crecimiento de la población.

El vicepresidente Wallace pensaba que urgía realizar prácticas agrícolas más eficientes en áreas adecuadas que se ubicaran en la Mesa Central, donde la población era densa. Insinuó también que los frijoles y el maíz deberían ser enriquecidos con vitaminas

Algunos miembros de la Fundación Rockefeller decidieron consultar a Carlo O Sauer, geógrafo económico de la Universidad de California y autoridad máxima en cuestiones latinoamericanas. Sauer recomendó a los científicos de la Rockefeller que identificaran la ocurrencia y uso de cada parte de la planta, junto con su utilidad en la cocina y en la práctica agrícola; que preservaran cada forma genéticamente establecida y cultivada en cantidades suficientes para sus propósitos experimentales y, por último, que establecieran centros de cultivo para desarrollar mejores cepas. Sauer agregó que en México, el maíz tenía usos mucho más variados que en la agricultura comercial estadounidense, que existían en México un gran surtido de especies nativas desconocidas en Estados Unidos, además de que se habían establecido un gran número de plantas del Viejo mundo mediterráneo.

A diferencia de lo que buscaban los peritos de la Rockefeller, Sauer se preocupaba por cuestiones culturales. Él temía que un grupo de agrónomos norteamericanos que promocionaran plantas comerciales norteamericanas, podría arruinar para siempre los recursos locales. Prueba de ello era lo que habían ocasionado agrónomos en estaciones experimentales, al introducir plantas comerciales en vez de trabajar con las que ya estaban ecológicamente adaptadas.

Sauer afirmaba de manera tajante: si la agricultura mexicana se reducía a unos cuantos tipos comerciales estandarizados, la economía y la cultura locales se transformarían irremediablemente.

Los funcionarios de la Rockefeller no hicieron caso de las recomendaciones de Sauer, A. R. Mann afirmó que primero había que identificar los problemas básicos en la agricultura para luego ver en qué áreas se podrían alcanzar resultados rápidos pero significativos. Mann afirmaba que bastaba con mejorar genéticamente las plantas, profundizar en la ciencia y en la fertilidad del suelo y optimizar la cría del ganado.

Harry M. Miller estableció contacto con Edmundo Morillo Safa, jefe de la Dirección de Agricultura y el Secretario de Agricultura Marte R. Gómez.

Morillo preguntó acerca de los propósitos de la Rockefeller, a lo que Miller contestó que “ciertos amigos de México”, ansiosos porque se apoyara el lado científico de la agricultura mexicana, habían solicitado a la Rockefeller que apoyara ese proyecto. Pero el Consejo Administrativo no apoyaría un programa de agricultura, sin saber si se permitiría a sus peritos estudiar las necesidades agrícolas mexicanas. Gómez aseguró a Miller que cooperaría y le daría la bienvenida a toda ayuda que se le diera a la agricultura mexicana.

Cuando Marte R. Gómez estuvo al frente de la Secretaría de Agricultura y Fomento en 1940, elaboró una propuesta que intentó aportar una solución global a la serie de problemas a los que se enfrentaba la producción agrícola en el país. La meta propuesta era incrementar los rendimientos agrícolas. El reto era eliminar las importaciones de maíz y trigo, así como ampliar la oferta de productos de exportación e incrementar la de los que ya se exportaban como el chicle, el ixtle y el hule de guayule.

Por esos años la investigación agrícola nacional destinada a incrementar la producción de alimentos destinados al consumo nacional se realizaba por la Oficina de Campos Experimentales, en donde un pequeño grupo de investigadores, la mayoría egresados de la Escuela Nacional de Agricultura (ENA), se dedicaban principalmente a la colecta de muestras de semillas de maíz y trigo y se ponían a buscar variedades que pudieran dar un mayor rendimiento. De hecho la Oficina de Campos Experimentales para el momento en que se formó la OEE, ya había estructurado diferentes líneas de investigación en las que ya se empezaban a tener avances sustanciales en el conocimiento de los materiales genéticos valiosos para continuar los programas de mejoramiento de técnicas de producción. Sin embargo, uno de los problemas que retardaban los trabajos eran la estrechez económica y lentitud en la concesión de los recursos, en que se desenvolvían los trabajos de la Oficina.

En 1940 se incorpora la Fundación Rockefeller en los programas cooperativos para el incremento de la calidad y cantidad de los productos del campo, antecedente de la Oficina de Estudios Especiales (OEE).

En febrero de 1943, se inician las entrevistas entre el gobierno mexicano y la Rockefeller. Marte R. Gómez sugiere que se involucren en el problema de la roya del trigo (Puccinia spp.) conocida como Chahuixtle.

En San Jacinto y posteriormente en Chapingo se reunieron los científicos de la Rockefeller con sus pares mexicanos. El viernes 12 de febrero se discutieron los puntos a consideran: el control de la roya de trigo, el mejoramiento genético del maíz, el manejo de suelos y el mejoramiento de los animales dando prioridad a ciertas enfermedades devastadoras.

Durante un año el grupo formado recorrió el territorio nacional y se decidió atacar dos frentes considerados de mayor importancia: la roya del trigo y el derriengue o rabia paralítica con el propósito de aislar al virus y elaborar una vacuna.

En esa época, México ocupaba el lugar 39 de 45 naciones productoras de maíz y el 59 de 62 que producían trigo. Se agravaba la situación por la escasez de agua en buena parte del territorio y la falta de control contra las plagas y enfermedades.

En 1943 se crea la Oficina de Estudios Especiales (OEE) por parte de la Secretaría de Agricultura y Ganadería, mediante el convenio de la Fundación Rockefeller, oficina dedicada a la investigación sobre cultivos básicos para la alimentación, con apoyo de científicos de los Estados Unidos establecidos en México a través de proyectos de cooperación bilateral, con el objeto de modernizar la investigación agrícola y formar recursos humanos. Inicia operaciones en 1944.

La Fundación envió una comisión de reconocimiento que concluyó que era urgente mejorar las condiciones y prácticas de la agricultura y que, además el momento era propicio para realizar tales mejoras, insistiendo en que se debía actuar de inmediato para aprovechar los intereses y actitudes del momento. La forma más viable era a través de las oficinas gubernamentales.

Se creó una Comisión con una oficina central en la Ciudad de México, formada por un experto de agronomía y suelos, un genetista vegetal, un experto en plagas y enfermedades de las plantas y un genetista pecuario. Colaboró con el gobierno mexicano en la investigación y la experimentación, el trabajo regulador, la enseñanza en sus varios niveles y la educación para adultos.

Entre los problemas más agudos se encontraban el mejoramiento del manejo de suelos y las prácticas de labranza, después había que introducir, seleccionar o propagar variedades de cultivo mejor adaptadas, de rendimiento superior y de mejor calidad, enseguida controlar las plagas y enfermedades de las plantas y, por último, había que introducir o desarrollar mejores razas de aves y animales domésticos, así como métodos superiores para controlar las enfermedades.

La fundación eligió para encabezar este proyecto a Elvin S. Stakman, considerado en Estados Unidos como el Padre de la patología vegetal, pero este no pudo y fue designado J. George Harrar.

Harrar formó unidades de estudios especializados, similar a lo que habían hecho en materia de salud, como oficina gubernamental, para asegurar que el interés del gobierno no decayera.

La Oficina de Estudios Especiales dependía de la Secretaría de Agricultura y Fomento. El gobierno mostró gran interés, inmediatamente proveyó de un amplio recinto como oficinas y laboratorio, absorbiendo los gastos la Secretaría. La ENA designó parte de su planta magisterial a las labores de apoyo y de investigación y, en 1944, facilitó parte de sus terrenos, entre cuarenta y cincuenta hectáreas, para que la OEE pudiera instalar sus oficinas, montar parcelas demostrativas y establecer campos experimentales. En 1947 la OEE, contaba en el campo El Horno de la ENA, con laboratorios y oficinas donde pudo trabajar con mayor comodidad y eficiencia.

Se establecieron programas de mejora genética y el combate de plagas del maíz y el frijol. Magelsdorf propuso emular las acciones de la franja maicera de Estados Unidos. Lo siguiente era producir semillas de maíz, frijol y trigo híbridas utilizando las nativas. Resueltas estas prioridades, se proponía introducir nuevas plantas de alimento como la soya y el sorgo.

Los protagonistas fueron: A.R. Mann, el evaluador que investigó las posibilidades; C. Stakman, el padre de la patología vegetal, asesoró el proyecto y recomendó a J. George Harrar como director del proyecto en México; Mangelsdorf, un visionario a quien se debían los proyectos a mediano y largo plazo.

En 1947 fue establecido el Instituto de Investigaciones Agrícolas (IIA) y se crea un programa de adiestramiento para investigadores mexicanos, la Secretaría de Agricultura y Ganadería (SAG) comisionó a un grupo de 15 ó 16 jóvenes sobresalientes graduados de las principales escuelas de agricultura de México, asignándolos a la Oficina de Estudios Especiales. Estos jóvenes agrónomos participaban directamente en los trabajos de campo y de laboratorio durante un año o un poco más, y después eran enviados —según sus aptitudes para la investigación— para hacer estudios en el extranjero (principalmente a Estados Unidos). Los estudiantes mexicanos hicieron estancias de un año o más becados.

En el plano institucional, el desarrollo y la difusión de nuevas variedades de semillas fueron firmemente apoyados por la Comisión Nacional del Maíz creada el 6 de enero de 1947.

Los E U reanudaron su ayuda económica a las principales instituciones y educación agrícola, la fundación Rockefeller "dona" en 1957, 471.5 miles de dólares; en 1958, 629.4; en 1959, 868.9 miles de dólares.

En 1960 se funda el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas (INIA) como resultado de la fusión entre el Instituto de Investigaciones Agrícolas y la Oficina de Estudios Especiales.

Al iniciarse el régimen de Ruíz Cortines ya se había cubierto un primer y muy significativo trecho en el desarrollo de una serie de prácticas institucionales y de proyectos de investigación tendientes a mejorar las condiciones genéticas de la producción de cultivos básicos. Los antecedentes de tales prácticas y proyectos se encontraban en el cardenismo, aunque fue en el gobierno de Miguel Alemán que se plasmaron los mejores resultados. En 1947, aprovechando el capital humano y de trabajo que se heredaba, se formó el Instituto de Investigaciones Agrícolas (IIA). Con todo, las actividades más relevantes de investigación en el área tuvieron su sede en la Oficina de Estudios Especiales (OEE) de la Secretaría de Agricultura, constituida desde 1943 como parte de un programa conjunto de investigación agrícola del gobierno mexicano y la Fundación Rockefeller.

En 1960-65 crece la producción agrícola 6.1%, en 1966-75; para 1984 se importan 8.3 millones de toneladas de granos básicos.

En 1960 se crea el Instituto Nacional de Investigaciones Agrícolas y en 1963 el Centro Internacional del Mejoramiento del Maíz y el trigo (CIMMyT), el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales y el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias.

A partir de las décadas de los 70´s, se constituyen el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales (INIF) y el Instituto Nacional de Investigaciones Pecuarias (INIP); y en un ejemplo de optimización de recursos; se fusionan los tres de investigación, naciendo en el mes de Agosto de 1985, lo que hoy conocemos como el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias INIFAP.

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